27/6/09

Héroes / El lugar que ya no existe


No soy una persona que tenga muchos héroes. En general creo que los humanos, pues somos en su mayoría muy humanos. Con importantes y singulares desviaciones hacia lo que denominamos bondad y maldad. En este contexto, me hubiese gustado escribir algo con motivo de la muerte de Vicenç Ferrer. Pero a veces el tempus de la vida se atropella.

Siempre he admirado profundamente a un colectivo profesional. A los bomberos. Conozco personalmente a dos. Se de su amor hacia su profesión. De su profesionalidad. Con todo, todo lo que esta palabra incluye.

Desde este 23 de junio a la admiración se le añade un, muy personal y profundo, agradecimiento. En especial a todos aquellos bomberos que estuvieron luchando para (este era el objetivo) apagar el fuego, pero sobre todo salvar unas casas. Es su prioridad, es su trabajo. Pero una de estas casas era la mía. Las demás, de mis vecinos. Vecinos próximos. Nada anónimos. Eso cambia, bastante, la visión de las cosas.

Y no solo los bomberos, la Policia, los Mossos, los Forestales, los Voluntarios, el SEM, ... Recuerdo caras gestos, palabras, ... Me gustaría conocer sus nombres. Los vi el 23 , el 24 y el 25 (eso no sale en la prensa ni falta que hace). La noche del 24, exhaustos, tiznados de negro, estirados al lado de sus vehículos. Fuerzas les faltaría para lavarse. Me gustaría darles las gracias, de uno en uno. Desde los bomberos, heroicos, sobre todo, pero no solo por afrontar el fuego, también por lo que representa de trabajo diario, tener la fuerza de arrastrar y mantener aquellas mangueras. Y hay mucho más. Desde los bomberos ... hasta el policía que decidió que también Canela tenía derecho a entrar en el pabellón, la joven que repartía el agua, ...

La profunda humanidad del Mosso al que le tocó aporrear puerta tras puerta para decir, el mediodía del 24, que se volvía a desalojar, luego revocó la orden para tener que volver a retractarse al cabo de 5 minutos. No se refugió en el poder de Mosso, mas bien se mostró profundamente humano. Acataba órdenes y estaba tan liado como nosotros. ¡Gracias por mostrarse así! ¡Gracias, fuera quien fuese que tomara las decisiones, por tener la valentía de asumir la responsabilidad de cambiarlas!

Nada es fácil en estos momentos. El fuego es fuego. El viento es viento. Nosotros estamos a su merced. Excepto que vivimos en un lugar de la tierra privilegiado.

Nadie se lastimó. Las casas están intactas. Se puso mucho empeño en apagar el fuego y se apagó.

Especial gratitud hacia el Mosso que me acompañó, en la mañana siguiente, para así no transgredir la norma, a través de la zona acordonada, en silencio y con mucho respeto al lugar que ya no existe. Necesitaba despedirme, ver lo que había quedado. Tras el cordón esperaron Canela, su instinto no le permitía meterse en una zona de peligro, y Joan, que la sujetaba en su desasosiego.


Otras reflexiones:

Atávico el miedo al fuego. Atávico el sentido de la propiedad. Mientras te meten la prisa en el cuerpo, vas metiendo ropa interior en la maleta. Lo importante parece ser llevarse algo. Mejor llevarse algo inútil que nada.

Más reflexiones:

El pabellón de deportes.

Lo has visto tantas veces por la tele. Siempre en situaciones catastróficas. Imposible calibrar la gravedad de la situación concreta. Van surgiendo imágenes de situaciones que no has vivido nunca o mejor dicho que te han obligado a vivir, sin sentido alguno. Con estremecimiento en el cuerpo y sin posibilidad de echar ni una mano ni una palabra. Llevo mucho tiempo preguntándome ¿para cuando una ley que nos proteja de las imágenes crueles e inútiles? Ahora se explicar el porqué de la necesidad de esta ley en primera persona.

Hoy mismo alguien me explicaba como habían sido las llamas (que había visto por la tele, claro). Nosotros también las vimos. Diferente. Creo hablar en nombre de todos los afectados cuando digo que basta con que las viéramos nosotros.

Lo que importa:

Criticamos tanto nuestra sociedad moderna, ... Si, pagamos impuestos, ya lo sé. Todo podría funcionar mejor, seguro. Pero hay un incendio y se moviliza una cantidad ingente de personas y recursos. Sin más. Se activan unos protocolos. Y dentro de los objetivos esta tu vida, tu casa, el entorno que amas. Y eso NO es así en todos los lugares del mundo. De hecho solo en unos cuántos. Y casualmente, si CASUALMENTE, vivimos aquí.

Es de bien nacido ser agradecido. No solo los bomberos hicieron una labor de excepción. Reviso ahora y aquí mi opinión generalizada en contra de la policía, en especial contra los Mossos. Nada es negro, nada es blanco. Sin ellos, su actitud firme y en todo momento correcta y empática, posiblemente nada hubiese podido ser posible. Siguen y acatan una férrea jerarquía, los mandos daban ordenes y contraórdenes, entre otras cosas porque las leyes de los vientos y del fuego son caprichosas y difíciles. Y ellos obedecen contra viento y marea. A veces esto es jodidamente útil.

La pérdida.

Lo triste es, como siempre en la vida, la pérdida. Vivimos, lo digo y lo pienso una y otra vez y no se si me sirve a mi ni a nadie, dando por supuesto que todo lo que hay a nuestro alrededor es eterno. Empezando por negar nuestra propia no-eternidad. Vivimos pues en un engaño estúpido que nos causa doble dolor.

Duele. El lugar que ya no existe y que tanto amaba. Lo sentía tan mío. Tan perenne.

¿ Fue un petardo? ¿Fue un pirómano? Ambos supuestos, para mi son difíciles de comprender.

Aquel lugar, y quiero que permanezca tan íntimo como siempre fue, ya solo existe dentro de cada uno de los que lo conocimos y disfrutamos.

Para mi era el lugar en el que podía reposar. En el que todo tenia sentido. O ninguno. Ni falta que hacía. En el que me sentía no existir. O existir más que en ningún otro lugar.

La naturaleza no es algo ajeno a nosotros. Somos naturaleza. - Y, por ello, gracias por luchar heroicamente por nosotros. Todos aquellos que lo hicisteis. El 23, el 24, y el 25.






10/6/09

EL ARTE DE SABER PERDONARSE

De vez en cuando cometemos un error grave. Inevitablemente. Tiene que ver con nuestra condición humana. Y debemos saber perdonarnos.

No hay camino hacia adelante sin perdón. No hay aprendizaje posible sin perdón.

Perdonar, per donare tiene que ver con dar, con regalar, por anticipado. Regalarse, de nuevo la paz,el amor, con la condición del aprendizaje.

Perdónenme los filólogos, los filósofos, los teólogos, ... por esta interpretación tan mía del perdon-arse.

Somos seres humanos, limitados, complicados. Necesitamos saber perdonar. ¿Como perdonar bien si no nos ejercitamos en ello? Día tras día, en lo pequeño y en lo grande.

Perdonarse es todo un arte. Necesita de la humildad, de la generosidad, de la confianza, de la seguridad, de la honestidad, de la amabilidad... del amor. Perdonarse es hacer las paces consigo mismo/a, valorarse, tratarse bien. Es la fase posterior a la reflexión y condición sine qua non para el verdadero aprendizaje.

Vivimos en las prisas, en la dispersión, en caminos trillados, ... en los que no hay tiempo para detenerse a practicar el perdón. Y hay una razón muy poderosa para aprender a perdonarse, una y otra vez. Es la única manera devivir con un asatisfacción razonable. es la única manera de permitirse momentos de felicidad. Es la única manera de enseñar a nuestros hijos a perdonarse, también ellos cometerán errores. Es la única manera de saber perdonar de verdad a los demás. Y como humanos que somos, razones para perdonarnos y perdonar no nos van a faltar nunca.

O eso creo. Y si me estoy equivocando, espero saber perdonarme. Aunque sea un poquito.