21/2/09

Las raices de la amabilidad.


La auténtica amabilidad, no la amabilidad-recurso, nace espontáneamente. Es reflejo de una manera de ser. Como toda cualidad humana, puede ser practicamente innata o bien el resultado de una disciplina, o una combinación de ambas, claro. Todos podemos (¿debemos?) ejercitarnos en ella hasta que se convierta en parte constitutiva de nostro/as mismo/as.

¿ Y como y por donde empezamos? Pues con aquel ser humano que tenemos más cerca, con el que debemos convivir día a día, hasta el último. Dicen los budistas que "la auténtica compasión empieza por uno mismo".  La auténtica amabilidad también.

Así de brote pronto todo/as diríamos que nos tratamos con amabilidad. ¿De qué otra forma sino? Pero echémosle una segunda mirada y una tercera, ... No pretende esto ser un escrito de autoayuda sino un lugar en el que compartir reflexiones, experiencias vitales, a lo sumo pretende ser un estímulo.  En este caso para pararse y mirar con detenimiento como nos relacionamos con nosotro/as mismo/as.

Se me ocurre preguntarme cuánto me exijo, cuando y cuánto me perdono, ¿cuánd(t)o me río de mi misma con cariño?,   ¿confío en mi misma? ¿me respeto? ¿me quiero? ¿como trato mi cuerpo?, ¿con que movimientos me aplico la crema hidratante,  como una caricia o como si estuviese limpiando el mármol de la cocina?,..., ..., ...  y todo aquello que hago ¿es  para sentirme bien en un acto de generosidad hacia mi misma o para que funcione mejor, para poder rendir más? Me podría hacer infinitas preguntas, y las respuestas, de momento van a ser el secreto mejor guardado del blog.

Si alguien me preguntara  porque nos cuesta tanto ser amables con nosotro/as mismo/as, le respondería que no nos  han enseñado. Tampoco nos enseñan a confiar en nosotros mismos, a conocer y satisfacer nuestras auténticas necesidades, a respetarnos, ...Y si alguien me preguntara como se enseña la amabilidad, le respondería que siendo amable. Quizás me equivoque. Espero que en este caso sepa perdonarme a mi misma!!!!!!!

Tal como nos tratamos a nosotros mismos tratamos finalmente a los demás. Nos olvidamos demasiado a menudo de prestarnos auténtica atención, ser amables con nosotros mismos ¿como seremos pues amables con los demás?


¿Sabes cuál es uno de los signos más claros de la confianza en uno mismo? La amabilidad.
Hay que tener verdadera confianza y seguridad interior para ser amable. La amabilidad deriva de la fortaleza. Y contagia a su vez, ...

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17/2/09

Manual de estilo


Todos y todas vamos elaborando a lo largo de la vida un manual de estilo para afrontar los avatares de la vida. Podemos ser mas o menos consciente de ello, pero tenerlo, lo tenemos.

Como cualquier manual conviene revisarlo de vez en cuando, porque como todo cambia, puede ser que nos encontremos con que alguna estrategia ya ha quedado obsoleta y/o que valdría la pena revisar esta y aquella ya que no obtenemos los resultados deseados.

A mi me pasa que a veces me olvido del manual. Me paso como con los manuales de los aparatejos que tengo en casa. No funciona el DVD. Poco dotada para la tecnología como soy, me paso largo tiempo desprogramandolo aún mucho más. Si tengo el día inspirado voy finalmente a buscar el manual. Y ¡oh milagro!, siguiendo paso a paso las instrucciones consigo que se ponga a tono.

En mi manual de estilo para la vida hay una instrucción que da muy buen resultado. Y por suerte no se me olvida. Quizás porque últimamente he tenido que hacer uso frecuente de la misma. Cuando me flaquea el estado de ánimo recurro a la amabilidad. Resulta sorprendente lo reconfortante que puede ser especialmente amable y servicial con una persona que te pregunta por una dirección en la calle. Un intercambio de palabras con un vecino. O, mucho más, lógicamente, ocuparte de una persona en apuros. Y un largo etcétera.

Egoismo inteligente es el nombre que le dan los budistas a esta actitud. 

¿Cuales son los mecanismos psicológicos que actúan aquí? Pues sin entrar en profundidad, se me ocurren, el de la distracción (pones el foco de la atención en el otro y dejas de pensar en ti), relativizas (tus problemas adquieren la dimensión adecuada), sientes que no estas solo/a (has establecido contacto con otro/a/s), te sientes útil, ... Es como si naciera consuelo de tu propia actitud amable. La satisafacción, gratitud, ... que pueda experimentar el otro se te contagia. Porque eso si:

¡¡¡¡Ojo con la amabilidad, es contagiosa!!!!

 

16/2/09

¿ La libertad del ser humano!!


Nada nuevo voy a decir. Nacemos determinados por nuestro material genético, hoy por hoy difícilmente manipulable. La influencia ambiental, es también indiscutible. Sucede, pero, que en los años en que el entorno deja su marca, la infancia, apenas tenemos opción de escoger. Ni a los padres, ni a los hermanos, ni la escuela, ni el barrio, ... A eso se le añaden los avateres de la vida que el azar nos depara y que dejan huella. Así se forma el carácter, la personalidad (definiciones, según escuelas y modas) sin que nosotro/as podamos quitar o poner casi nada. Casi.

¿Escogemos nuestro carácter? No. Más bien somos esclavos de él. ¿Podemos decidir convivir lo mejor posible con nosotros mismo e ir afinando lo afinable? Si. Ese es nuestro pequeño grado de libertad. 

Minúsculas pequeñas decisiones a lo largo de todos los días de todos los años que van conformando algo así como una actitud frente a nosotr0/as y la vida, el mundo. 

Pequeños momentos de pereza que se pueden superar, o no. Un gesto que podemos o no, reprimir. Mirar hacia otro lado cuando alguién se cae en la calle, o no.

Es todo lo que tenemos. Nos puede parecer poco. Sobre todo lo negamos, para bien y/o para mal. De hecho la mayoría vivimos en la ilusión del poderío del ser humano, los resultados saltan a la vista vista. Otros, esconden su falta de responsabilidad y pereza en el determinismo. Los resultados de esta actitud también saltan a la vista.

Ser conscientes del pequeño grado de libertad del que disponemos nos llevará a una actitud humilde y responsable para con nosotros mismos y el mundo que nos rodea. Y cada acto, por pequeño que sea deja una impronta y esa permanece a lo largo de los tiempos. Esta es nuestra inmortalidad.

Es imprevisible lo que puede derivar de un pequeño gesto. Podemos decidir intentar vivir de una forma, consciente, cuidadosa y, no podía faltar aquí, amable. La sensación de desazón que nos embarga a menudo, la percepción de impotencia, ... son susceptibles de alivio si vemos esa pequeña oportunidad que está a nuestro abasto.




La valentía de asumir nuestra pequeña libertad da sentido a la vida. No sabemos porqué estamos aquí. Pero ya que estamos, seamos inteligentes y aprovechemos al máximo, lo que esté en cada momento a nuestro alcance. 

Podemos decidir seguir estar sentados en el sofá pensando circularmente y alimentar la rabia hacia, por ejemplo, nuestro jefe o levantarnos y poner música (yo por supuesto propongo Bach) y disfrutar con ella. La cosa cambia. Podemos decidir andar por la calle de una forma atenta, curiosa y pendiente de aquellos con los que nos cruzamos o ir mirando el asfalto medio enfunfurruñados, razones para ello siempre nos sobran. También cambia. Podemos ...

Podemos repasar nuestra vida, con honestidad, y preguntarnos con amabilidad hacia nosotros mismos, como hemos aprovechado nuestra pequeña libertad y sacar conclusiones de ello, en base a las consecuencias que han derivado de aquella y aquella otra actitud. Y como han influido en nosotros las actitudes, conductas, ... ajenas. Y el peso que ha tenido  lo pequeño, lo cotidiano cuando alguna vez la vida nos ha presentado una disyuntiva mayor. 

Quizás lleguemos a la conclusión que el casi nada puede ser mucho o en todo caso no despreciable. Quizás lleguemos a la conclusión de que vale la pena aprovecharla, nuestra pequeña libertad, de un modo inteligente, de un modo amable.



 

15/2/09

Campaña a favor de la amabilidad


¡ Haz click en el título, accederás a un divertido test para saber cuán amable eres! 
Si no sacaste buena puntuación, no pasa nada ¡entrénate !