Volvía yo muy contenta del mercadillo. Había comprado la prensa y unas macetas para la terraza. Me hice un café y me dispuse a leer cómodamente la prensa. Noticia tras noticia me fui estremeciendo. Demasiado horror junto. Quién haya leido la prensa hoy sabrá de que hablo y quién no, eso que se ha ahorrado.
Me levanté en busca de las flores. Violetas, lilas y blancas. Bonitas, vivas. Las planté con cariño. Y las regaré con esmero. Me imaginé como irían creciendo y llenando de color la terraza. Las flores pudieron con el negro espanto de lo que también, pero no solo hay en este nuestro mundo.
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